Una ciudad que se despereza después de unos terremotos devastadores; un centro de visitantes moderno y sorprendente; un paseo entre puertas medievales y callejuelas; un almuerzo rodeados de edificios renacentistas y barrocos; palacios y casonas alrededor de una colegiata extraordinaria y recién restaurada; un museo arqueológico en una antiga casa palacio; y, principalmente, la historia de los judíos de Lorca, tanto a través de sus objetos como de los restos de sus edificios en lo alto del castillo, destacando entre todos la fabulosa sinagoga…
Todo eso ofreció Lorca la mañana del sábado 26 de mayo, demostrándonos que es necesario volver para descubrir muchos más atractivos que la ciudad todavía puede ofrecer.
(Fotografías de José Antonio Hernández Bravo y Óscar Martínez)