Un castillo a casi 1000 metros de altura y repleto de historia; una torre construida por el Marqués, hoy desaparecida pero todavía presente desde su ausencia de siglos; callejuelas repletas de escaleras y escudos nobiliarios; subidas y bajadas; la cruz sobre la que juraron los Reyes Católicos y una virgen inglesa con más de 600 años y algún que otro milagro a sus espaldas; edificios sorprendentes tras puertas aparentemente anodinas; cuevas y cerámicas; un claustro mudéjar en el que se alojó un santo amante del calor y una armadura de madera reclamando atenciones y cuidados… y comida manchega. De todo eso hemos disfrutado en una Chinchilla menos desconocida para todos los que tuvimos la suerte de descubrirla durante un frío y húmedo día de primavera. La tercera ciudad de la Ruta del Marquesado ya espera nuestra llegada…