M de María, M de Maestra, M de Mujer. La letra M parece ser una constante en la excepcional protagonista de la charla organizada, la tarde del 6 de marzo, por la Asociación Cultural Torre Grande en colaboración con el Centro de la Mujer del Ayuntamiento de Almansa, en vísperas de la celebración del 8M, Día Internacional de la Mujer. Las docentes e investigadoras Amparo Blat y Carme Doménech, moderadas por la profesora Avelina García, viajaron hasta Almansa para ofrecer una inolvidable ponencia sobre la figura de María Cuyás, una mujer prácticamente desconocida para el público almanseño, más allá de ser la esposa del insigne Herminio Almendros.
La tarde lluviosa y fría no fue impedimento para que los asistentes, que abarrotaron el salón de actos de Turismo Almansa, se mostraran deseosos de conocer la trayectoria personal y profesional de María, una mujer adelantada a su época, inteligente, luchadora y con un claro compromiso social: la promoción de los métodos pedagógicos innovadores, la modernización de la sociedad española de su tiempo y la apuesta decidida por lograr una educación pública y democrática, tal y como impulsaba la II República. Por ello, puso todo su empeño en ser maestra, profesora de Escuela Normal, escritora, traductora, inspectora de Educación y directora de la Residencia de Estudiantes en Lérida.
Pero todo se truncó con la Guerra Civil, así que además de la marcha forzosa de Herminio Almendros al final de la misma, padeció la represión por parte de las autoridades franquistas, llegando a ser procesada hasta en cuatro ocasiones. Tuvo que recomponerse entonces y convertirse en cabeza de familia mientras sufría un desgarrador «exilio interior». Durante los años de separación de su «binomio pedagógico», expresión que quisieron subrayar las ponentes, cuidó con esmero de sus tres hijos, Rosa, Néstor y Sergio, a los que proporcionó una sólida formación humanista.
Ante el vacío de la distancia física y la dureza de los años de la posguerra, la correspondencia empleando palabras en clave, y la escritura de diarios como herramienta terapéutica fueron la tabla de salvación para mantener unidos a los Almendros-Cuyás hasta su reencuentro en La Habana diez años después. Allí, de nuevo tuvieron que volver a empezar de cero y a reconstruir sus vidas, sus esperanzas y su futuro. En los últimos años, ya fallecido Herminio Almendros, María Cuyás regresó a su Barcelona natal con una ingente misión: difundir la obra pedagógica y literaria de su marido. Fue un último servicio en su larga andadura de vocación como educadora, un hecho que resaltaron con emoción las ponentes de la charla.
María Cuyás, una mujer de valía extraordinaria, un ejemplo de persona íntegra y honesta que a lo largo de su vida había cultivado los principios educativos más hermosos, había alcanzado definitivamente la M del Mérito y la M de la Memoria.













