Churros y chocolate para empezar bien el día; un castillo por el que todavía merodean los fantasmas de Juan Pacheco o Eugenia de Montijo; salas góticas de esplendor palaciego cubiertas con el trabajo de artesanos musulmanes a los que se les había permitido permanecer en Castilla; leyendas de techos que se levantaban en el aire y giraban; una colegiata repleta de tesoros; una comida reponedora en el mismo lugar donde nació hace siglos el propio Marqués; y por último, una joya tardogótica escondida en un pequeño pueblo conquense, llena de dorados e imágenes bíblicas, de nervaturas y recuerdos de obispos de tiempos pasados.
La quinta «Ruta del Marquesado» nos ofreció todo eso y mucho más. Quedamos a la espera de cuáles serán nuestros próximos destinos…
(Fotografías de Ángel Bonete Piqueras y Pascual Clemente López)