El pasado sábado 16 de noviembre, la Asociación Torre Grande culminaba sus viajes de este año 2024 con la visita a Onil y a Cocentaina, dos bellas poblaciones del interior de nuestra vecina Alicante.
Más de cuarenta participantes se sumaron a la expedición, que llegaba a primera hora de la mañana al municipio juguetero. Tras un pequeño refrigerio visitamos el actual Ayuntamiento, que ocupa lo que antaño fue el mal llamado Palacio Fortaleza del Marqués de Dos Aguas, ya que este fue mandado construir en el año 1539 por Ramón de Vilanova, barón de la Foia de Castilla y Señor de Onil y Fabanella, y acabado en el año 1614. De estilo gótico-renacentista, el magnífico edificio cuenta con tres torres, siendo la cuarta la del campanario de la Iglesia de Santiago Apóstol (ya que las residencias de los nobles no podían contar con una cuarta torre, exclusiva para los palacios del rey, de ahí que se utilizase el campanario de la iglesia como cuarta torre). Además, también se pueden observar elementos propios de las fortalezas, como sus torres almenadas con orificios de saetas donde se puede apreciar el escudo nobiliario del Marqués de Dos Aguas, dos gárgolas en lo más alto de las torres. El recorrido de esta primera parada finalizaba en la Sala de Exposiciones Eusebio Sempere, también en el propio ayuntamiento. Sempere (1923-1985) es uno de los artistas alicantinos más conocidos internacionalmente. Nacido en Onil, aquí posee una pequeña muestra de su obra, entre la que destacan algunas geometrías y abstracciones, grabados, dibujos y óleos.
A media mañana dejábamos Onil para llegar a Cocentaina, coqueta localidad situada entre el rio Serpis y la sierra de Mariola, cerca de Alcoy.
Tras un breve paseo por sus llamativas calles y callejas, nos reunimos con nuestra guía para visitar el Palacio Condal, una auténtica y asombrosa joya también del gótico renacentista recuperado recientemente por el ayuntamiento de la localidad. La historia de este palacio se remonta al siglo XIII, cuando se inició su construcción a petición del caballero Roger de Llúria. A lo largo del tiempo ha vivido varias reformas y ampliaciones que han añadido capas al resultado final. En el siglo XV se inició un cambio en la edificación que añadió decoración renacentista en las salas interiores, e incluso se creó un monasterio de monjas clarisas que fue construido, adherido al Palacio, en el siglo XVII, donde se encuentra el retablo de Santa Bárbara, de visita imprescindible y uno de los mejores ejemplos de pintura italogótica en la Edad Media. Nos dejó boquiabiertos la Sala Dorada, con el conjunto de pintura mural genealógica más importante de la Comunitat Valenciana. La Sala de Embajadores no se queda atrás: tras su remodelación se ha convertido en un espacio expositivo que combina la belleza de las obras expuestas con su propia calidad arquitectónica.
Seguidamente, y a la salida del Palacio, tuvimos la oportunidad de bajar a los refugios antiaéreos construidos durante la Guerra Civil (1936-1939) para proteger a la población de los ataques aéreos indiscriminados por parte de la aviación. En el subsuelo del mencionado Palacio, a 14 metros de profundidad, se excavaron en el estrato geológico original un total de 11 galerías que han sido perfectamente conservadas para su visita.
Con un agradable paseo por las calles altas de la población, finalizábamos nuestra presencia en Cocentaina y nos dirigíamos a comer a un restaurante de las afueras.
La tarde culminaba en el castillo de Penella, una construcción que data de finales del siglo XII, situada en un incomparable marco natural y paisajístico. Está ubicado sobre una elevación montañosa desde que en 1271 Jaume I concediera a Ponç Guillem de Vilafranca las alquerías de Penella y Forminyà. Su conjunto arquitectónico está compuesto por una torre de homenaje de planta cuadrada y base ataludada.
Prácticamente al anochecer, y envueltos en las nieblas otoñales, regresábamos a nuestra ciudad con la sensación, una vez más, de haber compartido una estupenda jornada cultural.
















