En un primaveral y animado día, Murcia nos recibía con los brazos abiertos a una expedición de más de 50 personas.
Nuestra visita comenzaba en el monasterio de Santa Clara la Real, una edificación en la que confluyen varias épocas y culturas, como la islámica, la gótica y la barroca. El recorrido partía desde la segunda planta donde pudimos observar una riquísima colección de piezas suntuarias, pinturas, documentos y esculturas entra las que hay que destacar el conocido como «Cristo de la Buena Muerte», de Francisco Salzillo (1770). Después, en la primera planta del museo, una colección de restos arqueológicos de la etapa andalusí, maderas talladas y ricas decoraciones de yeserías completaban la primera de las paradas. La zona ajardinada de la alberca, un entorno idílico que nos transportaba a otros tiempos de la época árabe del s. XIII se convirtió en una de las postales del recorrido.
La ciudad estaba inmersa en los preparativos de Semana Santa, periodo grande para la capital del Segura, por lo que los alrededores de la catedral estaban a rebosar de gentes y desfiles previos. La segunda visita correspondía a la céntrica iglesia de San Juan de Dios, y aunque nos costó llegar, finalmente pudimos visitar su museo y su conjunto monumental. La antigua iglesia, datada del s. XVIII, es una deliciosa edificación de planta oval, decorada con yeserías rococó y con un espléndido retablo mayor. Así mismo pudimos acceder a los restos arqueológicos de lo que fue el Alcázar Mayor, residencia de los reyes musulmanes y donde se conserva en perfecto estado los restos del arco de un oratorio o mihrab del siglo XII, con su policromía y decoración originales. Allí también observamos parte de la muralla primitiva de la ciudad.
La mañana acababa a los pies del mercado de las Verónicas, enclave de gentes y comercio, y donde hicimos parada para atender las magníficas explicaciones de nuestro guía-presidente José Luis Simón. En su exterior puede apreciarse un tramo de la muralla y antemuralla árabe. Es allí donde se conservan dos torres, una de ellas casi completa, que está empotrada en la Iglesia de las Verónicas.
Materia obligada es mencionar el momento de la comida. A pocos kilómetros de Murcia, en la localidad de Beniaján, se encuentra el Rincón Huertano. Rodeado de naturaleza y con varios y llamativos ambientes, en sus estupendos salones degustamos varios y abundantes platos que dejaron más que satisfechos a todo el personal.
Para rematar la excursión, visitamos el Museo de la Ciudad ubicado en la antigua casa del siglo XIX de la familia López-Ferrer. Sus salas reúnen piezas originales, maquetas y reproducciones en sentido cronológico y muestran las principales señas de identidad de su gran patrimonio cultural, tanto de la ciudad como de su término municipal. Como curiosidad, en uno de los apartados dedicados al equipo de fútbol de la ciudad, pudimos apreciar en una de las fotos a Antonio Muñoz, querido vecino de Almansa que estuvo jugando 6 temporadas en el Real Murcia de 1ª división.
Y así pusimos punto y final a una jornada, como siempre, inolvidable.






























