El sábado 9 de marzo fue la fecha escogida para realizar la visita a la localidad murciana de Cieza coincidiendo con la explosión de color de miles de frutales en pleno florecimiento. Aunque la lluvia nos acompañó durante el recorrido por algunos de los campos teñidos de rosa y blanco que se extienden a lo largo de casi 14.000 hectáreas, ello no fue impedimento para disfrutar de esta singular maravilla natural y paisajística, sin duda una delicia para los sentidos. Tras una parada en el centro de recepción de visitantes para reponer fuerzas, nos trasladamos al yacimiento hispano-musulmán de Siyasa en la ladera del cerro del castillo, un enclave estratégico desarrollado entre los siglos XII y XIII que fue abandonado tras la sublevación mudéjar de 1266 en favor del actual emplazamiento de Cieza. De las casi 800 viviendas que llegó a tener el poblado amurallado, se ha excavado una manzana de casas y se han levantado varios volúmenes articulados en torno a un patio central, una actuación que ofrece como en pocos sitios una idea del desarrollo urbanístico, la estructura doméstica y los elementos decorativos de las ciudades andalusíes.
Después de la comida en el restaurante Maripinar, donde pudimos disfrutar de algunos platos de la gastronomía murciana, la tarde soleada nos recibió en el recuperado margen del río Segura. Posteriormente, subimos andando por la rampa que bordea el lienzo de murallas y que llega hasta el Balcón del muro desde donde se contemplan unas bonitas vistas de la vega del Segura. Después de atravesar la antigua puerta de la ciudad junto a la ermita de San Bartolomé, la primera iglesia que tuvo la Cieza cristiana, accedimos al casco histórico de la localidad en cuya parte central se levanta la Plaza mayor y la basílica de la Asunción, que llama la atención por su original campanario en estilo ecléctico. Finalizamos nuestra visita en el Museo Siyasa, que presenta un recorrido por la historia de la localidad desde la prehistoria hasta el siglo XX, destacando su colección de piezas sobresalientes procedentes del yacimiento de Siyasa como una jarra esgrafiada o una lamparita de vidrio, y la reconstrucción de dos viviendas con elementos constructivos y ornamentales originales.