Hoy se cumplen cien años de la declaración de nuestro Castillo como Monumento arquitectónico-artístico, la que tuvo lugar el 2 de febrero de 1921. Este hecho salvó el edificio de los intereses económicos que amenazaban con derribarlo para extraer todo el yeso existente en el cerro del Águila, y garantizó su permanencia definitiva. Desde la asociación Torre Grande nos congratulamos de aquellos sucesos, que recordamos en las siguientes líneas.
La característica morfología del cerro del Águila, fraccionada en estratos rocosos y yesíferos, facilitó la construcción del Castillo en época medieval y a la vez a punto estuvo de causar su destrucción a principios del siglo XX. Tras la incorporación de Almansa a la monarquía de los Reyes Católicos el 1 de marzo de 1480, el castillo, salvo contadas excepciones, comenzaba un largo periodo de desuso y abandono.
En el año 1690 ya hay noticias de extracción de yeso en el cerro, lo que sin duda debió provocar daños en la ladera: aquel año el concejo puso en arrendamiento la cantera de yeso con el fin de obtener beneficios económicos.
Las noticias sobre la cantera vuelven a aparecer a finales del siglo XIX. Aunque la mejora en las técnicas de extracción de la época y la explotación sistemática pusieron en peligro definitivamente la fortaleza.

Castillo de Almansa en ruinas, año 1927. Se aprecian los daños causados por la cantera de yeso. Fondo fotográfico Luis Escobar.
El 4 de agosto de 1911 se hundía el cercano castillo de Buñol, provocando la muerte de nueve personas. Para prevenir un suceso similar, el 18 de agosto el ayuntamiento almanseño, por unanimidad, solicitaba autorización para derribar el Castillo al Gobierno Civil de Albacete. Detrás de esta solicitud debía haber también intereses económicos dirigidos a extraer después todo el yeso del cerro.
La respuesta del Gobierno Civil fue enviar a Almansa al arquitecto provincial Ramón Casas (autor del hospital Provincial, el Casino artístico o la fachada del antiguo edificio de la CCM en la capital albacetense). Tras inspeccionar el castillo redactó un informe certificando los temores de ruina, aunque a su parecer solo eran necesarios derribar algunos torreones y almenas. Eso sí, recomendaba prohibir el uso de dinamita en la explotación de la cantera, aunque no su cierre definitivo.
Con tal informe en la mano y sin perder tiempo, el gobernador civil Abelardo Sánchez (de quien toma su nombre el conocido parque de la capital albaceteña), cerró la cantera de yeso el 14 de septiembre, en espera de la decisión definitiva del Ministerio de Fomento. De esta manera comenzaba un largo proceso de diez años, acabado el 2 de febrero de 1921 con la declaración del Castillo de Almansa como Monumento arquitectónico-artístico.
Seguidamente el Ministerio de Fomento solicitó un estudio sobre el estado del castillo a la Real Academia de la Historia, quien envió a Almansa al arqueólogo José Ramón Mélida, director entonces del Museo Arqueológico Nacional y considerado el “padre de la arqueología española” (fue descubridor del famoso teatro de Mérida). Este presentó su informe en febrero de 1919 con el título “Sobre la pretendida demolición del Castillo de Almansa.” En él sugiere los intereses económicos que debía haber detrás, y recomienda paralizar el derribo de la totalidad o parte del castillo a la espera de un nuevo dictamen de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando.
Mientras tanto, el mal estado de la fortaleza acarreaba peligros sobre las casas de las actuales calles del Castillo, la Estrella y san Juan. Ello provocó que en 1920 el ayuntamiento se saltase la prohibición y echase abajo algunas almenas que amenazaban derrumbe. Y ello a pesar de las protestas del entonces concejal, conocido artista local y director de la Escuela de Artes y Oficios Adolfo Sánchez Megías.
El 2 de octubre de 1920 llegaba a Almansa Vicente Lampérez y Romea, arquitecto, historiador del arte y experto en arquitectura medieval (suya es la actual portada de la catedral de Cuenca), enviado por la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Su posterior informe es muy detenido y exhaustivo y ha servido de base para los estudios actuales. En él analiza el estado y funcionalidad del edificio, y pese a reconocer su lamentable estado causado por el tiempo y la acción de los hombres, entiende que no debe derribarse en su totalidad sino tan solo aquellas partes en peor estado, y reforzar otras.
Los informes de Casas, Mélida y Lampérez hicieron comprender el gran valor de la fortaleza, y motivaron la declaración del castillo de Almansa como Monumento arquitectónico-artístico por Real Orden de 2 de febrero de 1921, la cual autorizaba al Ayuntamiento a demoler algunas partes mencionadas por Lampérez. Dicha declaración se publicó en la Gaceta de Madrid, antecedente del actual BOE, el 7 de febrero de 1921:
“1.º Se declara Monumento arquitectónico-artístico, conforme a los preceptos de la ley de 4 de Marzo de 1915, el Castillo de Almansa (Albacete), histórica fortaleza del siglo XV.
2.º Se autoriza al propietario de dicho Castillo, que según se afirma es el Ayuntamiento de la ciudad de Almansa, para efectuar la demolición del lienzo de muralla, que cabalgando sobre los estratos, forma la defensa del foso seco por el lado de Oriente (a del plano que figura en el informe de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando); algunas partes, no muy grandes, de los muros terminales del cuerpo en espolón del lado Norte (b de dicho plano), y las fajas del lado Oriente; debiéndose conservar las almenas y el resto del Castillo…”.
3.º Los restos de! referido Castillo de Almansa, serán inscritos como Monumento arquitectónico-artístico en el Catálogo y Registro Cedulario que lleva la Junta Superior de Excavaciones y Antigüedades, cuya inscripción se hará con la fecha de esta Real orden.

Declaración del Castillo de Almansa como monumento arquitectónico-artístico. Gaceta de Madrid, 7/02/1921
De esta manera quedaba asegurada la definitiva permanencia del Castillo, y se sentaban las bases para su restauración y estudio científico. Aunque los trabajos de restauración no comenzarían hasta 1953. Desde aquí queremos dar las gracias eternas a aquellos protagonistas que con tan buen juicio evitaron un desastre, y permitieron a las generaciones futuras disfrutar de nuestro Castillo.